martes, 16 de septiembre de 2014

Algoloblastia. ¿Cómo enfrentarse en Primaria al dolor neuropático?

El dolor neuropático es el demonio particular de las Unidades de Dolor. Y un problema sanitario importante. Por dos motivos: por su frecuencia y por la repercusión que tiene en la vida del que lo padece. A esos dos motivos, hay que añadir que es el dolor más difícil de controlar debido a la enorme complejidad de sus causas. Eso desespera a los pacientes y a sus médicos, que se ven incapaces de calmarlo. 
El dolor neuropático, según la definición de la IASP, es aquel que "se produce como consecuencia de una lesión o disfunción primaria del sistema nervioso central o periférico". Esta definición, tan ambigua, incluye cualquier lesión de cualquier nervio. 
La parte más importante en este tipo de dolor es la primera: la orientación diagnóstica. Por lo tanto, la parte más importante en el tratamiento de un dolor neuropático es que su médico de cabecera sea capaz de detectarlo y tratarlo. Como siempre, la Primaria es la base. 
Para los pacientes con dolor neuropático, es difícil describir lo que sienten. Suelen hablar de pinchazos, hormigueos, calambres, quemor o ardor o sensación de frío intenso. También pueden referir que les molesta la ropa o que notan zonas de la piel dormidas e, incluso, insensibles. 
Son importantes para el diagnóstico de dolor neuropático, las escalas. Hay muchas, como por ejemplo, la LANSS Pain Scale o la escala DN4. Y una exhaustiva exploración física. Es posible que se precise realizar alguna prueba complementaria para confirmar el diagnóstico, pero la mayoría de las veces no es necesaria para iniciar el tratamiento, que debe empezarse lo más precozmente posible. 
Hay que explicar al paciente que el dolor neuropático es difícil de tratar y cuáles son sus expectativas de mejora según el cuadro. Entre los fármacos de primera línea, están la amitrptilina, la duloxetina, la pregabalina o la gabapentina. Si existe alodinia, es posible asociar parches de lidocaína. Como tratamiento complementario, opiáceos muy suaves. Y, en tercer lugar, plantearnos el intervencionismo. 
Ante la duda diagnóstica o si el paciente no responde a fármacos de primera línea, se debe derivar a la Unidad de dolor.

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