viernes, 22 de abril de 2016

El Gerente de Mediado. La especialidad tímida

Esta semana se celebró en San José de Costa Rica laVI Cumbre Iberoamericana de Medicina Familiar. En el acto de clausura, el Ministro de salud de aquel país, Fernando Llorca, mencionó entre los retos a los que se enfrenta la medicina de familia la presión del tiempo a la que nos referíamos en el último post, señalando algunas de las iniciativas planteadas al respecto, como fue "la Plataforma 10 minutos". He de reconocer que cuando lo escuché pensé que me habían puesto algún ácido en la bebida, y que de un momento a otro empezaría a ver elefantes fucsias. La Plataforma 10 minutos se creó en España hace más de 15 años y en todos estos años ninguno de los "excepcionales"ministros y ministras de Sanidad españoles, todos ellos tan comprometidos por la Atención primaria , le ha prestado nunca la más mínima atención.
Hablando del tema de la sobrecarga del médico de familia con el colega mexicano Omero de los Santos, éste me comenta que la atención primaria es un “poste” ( una valla publicitaria), en la que cualquiera puede colgar su panfleto. No hace falta pedir permiso a nadie, basta con acercarse y pegar el pasquín: un día alguien llega y le coloca el anuncio de que debe resolver las dudas de la población ante cualquier campaña peregrina de la autoridad de turno, ya sea el Ébola, el Cika, los niños que mueven mucho las piernas y no se están quietos, o la necesidad de hacerse la detección de sangre oculta en heces porque así se le ha antojado a algún especialista de postín. Otras veces es la propia profesión la que se echa a las espaldas la vida entera y sus múltiples servidumbres, y la medicina de familia se juramenta para atender desde  el catarro al lupus, a la vez que aspira a resolver el problema de la pobreza, la falta de agua o la simple ignorancia. Y por supuesto, nunca puede quedar al margen de la moda del momento, ya se llame calidad, protocolización, cronicidad o genética.
Mientras los traumatólogos no tienen el más mínimo complejo en convertirse en “manólogos”, “tobilleros” o “caderistas”, la medicina de familia continua en su viaje interminable hacia una arcadia en que solucionará todos los problemas no ya de sus pacientes, sino del mundo.
Para evitar seguir siendo “vallas publicitarias” es imprescindible actuar en dos niveles diferentes.
El primero debería ser interno. En la reciente VI Cumbre de la Medicina Familiar celebrada en San José de Costa Rica la próxima presidenta de WONCA ( no la de la fábrica de chocolate de Dahl, sino la Asociación Mundial de Médicos de familia), la doctora Amanda Howe, enfatizaba en la idea de que no se pueden librar todas las batallas, y mucho menos, todas a la vez. Como bien señalaba, resulta absolutamente esencial para los médicos de familia"seleccionar con sabiduría qué batallas quieren librar" y a cuales ( por mucho que sean importantes) debe renunciar. 
Y en esa elección es sumamente peligroso renunciar a lo que constituye la esencia de cualquier especialidad médica, y que es la atención clínica. Porque por mucho que se extiendan suposiciones sin fundamento científico alguno ( como la que sustenta la OMS de que el 70% de la carga de enfermedad es prevenible), la realidad es que la mayor parte de las personas acuden a su médico porque se sienten enfermos, no para asesorarse sobre cuando hacerse el PSA o disfrutar del bonito momento de la colonoscopia en busca del pólipo perdido.
El segundo nivel de actuación debería externo. En dicha Cumbre Iberoamericana el doctor Ricardo Fábregas, con amplia experiencia en política y gestión sanitaria, hoy en OPS, señalaba que los médicos de familia en Latinoamérica sufrían de un exceso de timidez a la hora de plantear sus reivindicaciones, algo de lo que carece absolutamente cualquier especialista hospitalario cuando ve que sus intereses de casta son amenazados. Ponía de ejemplo contrario a la lucha de los médicos de familia españoles por su especialidad. Y es cierto que lo fue en los primeros años hasta que se consiguió que nadie discutiera la existencia de ésta, lo que hoy parece indiscutible pero no siempre lo fue.
Pero esa timidez se perdió. Y convendría recuperar con urgencia el descaro para escuchar, pero a la vez para cuestionar y en muchas ocasiones oponerse, a cualquier ocurrencia que pretenda cargarse a la espalda de la Atención Primaria.

Las administraciones sanitarias han encontrado en la medicina de familia una especialidad tímida, a menudo demasiado sumisa y bienmandada. Es hora de que eso cambie si quiere sobrevivir.

(Fotografía: presentación de la Dra. Amanda Howe en San José)
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