lunes, 13 de junio de 2016

DICAF. Ranolazina y su efecto sobre los niveles de hemoglobina A1C.

La diabetes constituye un factor de riesgo para el desarrollo de la enfermedad cardiovascular, tanto mayor cuanto peor es el control glucémico del paciente. De hecho las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte entre los pacientes con diabetes, con tasas de mortalidad por esta causa de 2 a 4 veces mayor entre los adultos con diabetes en comparación con los adultos sin diabetes.
En pacientes con diabetes mellitus tipo 2, el control intensivo de la glucosa en la sangre ha demostrado que contribuye a reducir las complicaciones microvasculares, pero no existe constancia de que reduzcan de forma general la enfermedad macrovascular o su mortalidad asociada: aparte de metformina y empagliflozina, el resto de agentes antidiabéticos no han demostrado que puedan reducir el riesgo macrovascular, y ni siquiera se ha llegado a establecer la seguridad cardiovascular de muchos de estos agentes antidiabéticos.
Por otra parte, los medicamentos típicos para el tratamiento de las enfermedades cardiovasculares, tales como estatinas, beta bloqueadores y bloqueadores de los canales de calcio, pueden aumentar el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2 o tienen, al menos, el potencial de empeorar el control glucémico.
Teniendo todo esto presente, podría ser de gran utilidad poder disponer de un medicamento que fuera útil tanto en las enfermedades cardiovasculares como en la gestión de la diabetes tipo 2.
Un medicamento conocido que podría ser candidato a cumplir esta función podría ser ranolazina, fármaco indicado para el tratamiento de la angina crónica en un uso combinado con otros agentes antianginosos como los beta bloqueadores, los bloqueadores de los canales de calcio o los nitratos de acción prolongada. Aunque no se ha demostrado que ranolazina reduzca significativamente la muerte cardiovascular, el infarto de miocardio o la isquemia recurrente, si reduce la frecuencia de la angina y mejora el rendimiento del ejercicio en los pacientes con angina crónica, proporcionando un beneficio potencial para la supresión de la arritmia, así como para el tratamiento de la insuficiencia cardíaca. Además de sus efectos antiangina de pecho, ranolazina también ha demostrado capacidad para disminuir la hemoglobina A1C en pacientes con y sin diabetes tipo 2.
Un nuevo artículo revisa la magnitud del efecto hipoglucemiante de la ranolazina en pacientes con diabetes tipo 2. La investigación localizó y analizó estudios publicados y no publicados que hubiesen evaluado el uso de la ranolazina en la diabetes. Se identificaron siete trabajos de investigación (4 publicados y 3 no publicados). En todos excepto en uno, el uso de ranolazina (750-1000mg dos veces al día) se asoció con una disminución estadísticamente significativa de A1C en comparación con placebo, y el ensayo restante presentaba la particularidad de que los pacientes asignados a ranolazina recibieron una dosis más baja de metformina como tratamiento hipoglicemiante de mantenimiento en comparación con los pacientes que no están asignados a la ranolazina. De forma general, el uso de ranolazina fue bien tolerado y no se asoció con un aumento en la incidencia de la hipoglucemia.
Los agentes antidiabéticos aprobados tienen un mayor efecto sobre la reducción de A1C que ranolazina, que permite una discreta reducción media A1C de entre 0,5% y 1,25%, pero dada la utilidad que ranolazina tiene en la angina y la evidencia encontrada de su capacidad hipoglicemiante, el medicamento podría ser una opción razonable a tener en cuenta en los pacientes con diabetes tipo 2 y angina crónica, siempre y cuando estos resultados puedan llegar a ser corroborados por ensayos prospectivos bien diseñados que constituyan una evidencia sólida de eficacia y seguridad.

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